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Por GASTON SAIZ – Diario La Nación

Por GASTON SAIZ – LA NACION

ANTIAGO DE CHILE.- Una medalla que se remonta a los tiempos del gran Delfo Cabrera como abanderado de la delegación. De cuando Argentina lideró el medallero con una fabulosa cosecha de 68 oros y el deporte nacional se floreaba en condición de local sobre el poderoso contingente de los Estados Unidos, segundo con 46 doradas. Imágenes en blanco y negro, sin tecnología ni patrocinadores, y con Juan Domingo Perón al frente de la conducción del país.

Los muchachos argentinos de la posta 4×100 estamparon un tercer puesto que quedará remarcado con resaltador en el paso del grupo albiceleste en Santiago 2023, porque nuestro país no se subía a un podio en esta prueba desde Buenos Aires 1951, los primeros Juegos Panamericanos que se organizaron. Un éxito mayúsculo para cuatro jóvenes valores como el santafesino Tomás Mondino (18 años) –el año próximo aún seguirá en la Sub 20- Bautista Diamante (20), Juan Ignacio Ciampitti (23), procedente de Lincoln, y el récordman individual Franco Florio (23). Juntos llevaron la plusmarca argentina a 39s48, tras haberla batido con cinco centésimas más en las series. ¿Hay futuro? Parece que sí.

onviene retroceder a las primeras páginas del archivo panamericano para encontrar los nombres de Mariano Acosta, Fernando Lapuente, Gerardo Bonhoff y Adelio Márquez, que en la posta 4×100 de 1951 quedaron terceros, detrás de los Estados Unidos y Cuba. Ninguno de estos corredores argentinos estaba al tanto del antecedente. “No sabíamos nada de la medalla del ‘51, pensábamos que nunca se había logrado una”, cuenta exultante Diamante a LA NACION: “¿El significado de este tercer puesto? Somos todos jóvenes, menores de 25. Un grupo que desde principios de año se fue haciendo y logró lo que se planteó: clasificarse a estos Panamericanos. Y desde que estuvimos acá en Santiago, haber conseguido una medalla con récord incluido. Ahora soñamos con entrar a otros torneos más importantes”.

“Esta posta surgió de un proyecto que se revitalizó a fines del año pasado, a partir de una idea de la Confederación Argentina de Atletismo”, contextualiza el entrenador Javier Morillas. Los chicos se juntaron desde enero e hicieron un campamento en Brasil con la colaboración del entrenador brasileño Katsuhiko Nakaya. Fueron cuatro períodos de campamentos, en realidad, y en un momento tocó reemplazar a Daniel Londero -uno de los muchachos que había estado en todo el proceso y muy valorado-, debido al nivel superlativo que venía exhibiendo Mondino.

En la noche del jueves, plantearon la estrategia de la posta desde las especialidades de cada uno. Mondino arrancó de 1, ya que venía de correr muy fuerte en dos torneos y estaba partiendo muy bien. Luego le siguió Franco, el de más experiencia y que volvió a demostrar su coraje, pese a que está físicamente en un 70 % y se operará de la rodilla dentro de 15 días. Después continuó Ciampitti, que ostentaba un récord de 200 metros antes de Tomás y es tan buen corredor de curva como él. Y el responsable de cerrar la posta fue Bautista, ya que su fuerte es ése: lanzarse y definir la carrera con el testimonio en la mano. Hace seis meses decidieron que el ordenamiento fuera así, más allá del cambio de nombres y la incorporación reciente de Mondino.

Cada uno recordó algún momento de la prueba con LA NACION. “Cuando vi a Tomy pasarme el testimonio a la par con Brasil”, remomora Diamante. “Me quedo con la felicidad al terminar la carrera, ver a Franco llegar tercero. Creo que esos segundos de emociones y alegría no me los saca nadie”, revela Tomás. “Cuando el de Estados Unidos se rompe y yo veo que de atrás quedamos terceros, ¡No lo podía creer! Me quedé al lado del cartel hasta que dijera que habíamos salido en el tercer lugar”, apunta Juan Ignacio, mientras que Franco resume: “La verdad es que ahí adentro pasó todo muy rápido, hoy lo único que pienso es en disfrutar. Muchas veces hacemos mucho esfuerzo en velocidad y no se da porque hay rivales que son muy buenos”.

egún Morillas, hubo un mérito adicional debido a las características naturales de sus atletas: “Un deportista individual no es muy afecto a pensar en el relevo, no es algo que lo motive. Sin embargo, parte del trabajo se dio así y hoy los chicos están contentos y con dos récords argentinos. Las chicas también hicieron un récord antiquísimo, fue superlativo y dio pena que no hayan podido instalarse en la final, pero se consolidaron como un equipo fuerte”.

En la Villa Panamericana durmieron prácticamente todos juntos o en habitaciones contiguas, y no tuvieron algún ritual específico minutos antes de la carrera. “La relación fue perfecta, éramos un grupo e íbamos juntos para todos lados. Desde que llegamos a Santiago el 26 de octubre jodíamos con que sacaríamos una medalla, todos los días estábamos con eso”, confía Ciampitti. “Repasamos juntos lo que teníamos que hacer cada uno y pelear la medalla por la que habíamos trabajado”, afirma Diamante. “Todo el equipo se lleva bien, creo que parte de eso se da porque tenemos edades muy similares y compartimos siempre las ganas de mejorar”, abunda Mondino.

Hubo que hablar bastante para empezar a alumbrar este bronce de la posta 4×100. “Es difícil convencer a atletas individuales de un objetivo en común, porque el velocista vive de su éxito y de su derrota. Es el alimento del ego del velocista. Fue complicado, ya que cada uno quería remar para su lado y hasta no hace mucho, el tema se perfilaba así. Pero dentro de la Villa, ya jugados acá, vinieron mentalizados con este proyecto”, señala Morillas.

Ahora, consumado este éxito, la ilusión apunta al futuro. Específicamente, a las competencias de 2024, con París como horizonte. “Desde el año pasado en los Odesur, el atletismo argentino demostró que hay una camada nueva muy buena que se mezcla con algunos más veteranos. Pero especialmente en velocidad vinimos creciendo para que en los próximos años sigamos haciendo historia”, se proyecta Florio. Y le pone fichas a lo que vendrá: “Esto de la posta fue solamente una muestra más, creo que hay que seguir apostando”. Mondino también vuela alto: “Ahora mismo, mi mente piensa mucho en París 2024. Sé que en atletismo es muy difícil ingresar y meterse, pero sería un gran sueño para mí poder participar en París o en cualquiera de los Juegos Olímpicos. Actualmente, la velocidad argentina tiene el potencial y será una camada que hará historia”.

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