Las competencias atléticas de los Juegos Olímpicos de Londres –los primeros tras la segunda Guerra Mundial- se realizaron hace 75 años y allí los argentinos tuvieron destacadas actuaciones, incluyendo la medalla de oro de Delfo Cabrera en el maratón (el 7 de agosto, reeditando la hazaña de Juan Carlos Zabala en Los Angeles) y los cuartos puestos de Alberto Triulzi en los 110 metros con vallas y Enrique Kistenmacher en el decathlon. Y, por supuesto, la medalla de plata de Noemí Simonetto en salto en largo que constituye, hasta ahora, la única lograda por una de nuestras mujeres en la máxima cita deportiva.
Simonetto fue subcampeona el 4 de agosto de 1948, en la competencia ganada por la húngara Olga Gyarmati con su salto de 5.695 (récord olímpico) en la quinta ronda, en tanto Simonetto se había colocado al frente con 5.60 que finalmente le dieron la medalla de plata. El bronce quedó para la sueca Ann Brytt Leyman con 5.575, quedando cuarta la neerlandesa y campeona europea Gerda Koujdis con 5.57.
La estrella de aquellos Juegos fue la legendaria Fanny Blankers-Koen, también de Países Bajos, al lograr cuatro medallas de oro: 100 y 200 metros llanos, 80 metros con vallas y el relevo 4×100. Blankers-Koen tenía un antecedente de 6.25 m. en largo, pero desistió de competir en esta prueba para concentrarse en las otras cuatro. Y Gyarmati (por entonces de 24 años, oriunda de Debrecen) quedó como favorita, ya que llegaba con el mejor registro de la temporada (5.99, diez centímetros más que Blankers-Koen).
Simonetto tenía un antecedente de 5.76 m. logrado el 16 de septiembre de 1945, a sus 19 años, que fue también la mejor marca de su campaña. Era una atleta múltiple ya que se destacó en velocidad, vallas y salto en alto, prueba ésta en la que su récord nacional de 1.60 m. (1946) permaneció imbatible por 24 temporadas.
En los Juegos de Londres compitió en la serie de 100 metros, mientras que 80 con vallas avanzó hasta las semifinales, marcando 11.9 y quedando cuarta, a un puesto de acceder a la prueba decisiva (tenía un antecedente de 11.5 en 1944 que la había colocado como número 1 del mundo, aunque en tiempos de escasa competición por la guerra). Aquella marca estaba a dos décimas del récord mundial. Pero su gran oportunidad olímpica fue el salto en largo, donde ya en la fase clasificatoria fue la tercera con 5.56, a ocho centímetros de la francesa Yvonne Chabot. Esta, en la prueba decisiva, quedó lejos (octava con 5.35).
Simonetto pensaba, no obstante, se tenía más confianza para la prueba de vallas. Arrancó con aquella serie sobre 100 metros, de la cual comentó: “No me importó quedar tercera, lo único que quería era debutar y sacarme los nervios de alguna manera”. Las semanas previas, según contó en El Gráfico, fueron difíciles: “La Argentina envió una delegación importante a Londres, más de 350 personas. Pero éramos apenas once chicas y entre ellas, solo dos atletas, Ingeborg Mello y yo. El viaje en barco fue agotador. Al llegar nos mandaron a un castillo tipo feudal en Sussex, que había sido un refugio de la guerra. Estuvimos una semana allí, casi solas. Después nos trasladaron a un colegio en Wimbledon, pero siempre lejos de todo. Comíamos mal, nos costaba llegar a los lugares de entrenamiento”.
Ahora que está por iniciarse el Campeonato Sudamericano, también es oportuno recordar que Simonetto fue la atleta argentina más exitosa en su historial donde, entre 1941 y 1947 acumuló 11 medallas de oro, 3 de plata y 2 de bronce. Participó por última vez en dichos Campeonatos en Rio de Janeiro, nuevamente con un desempeño relevante: campeona de 100, 80 con vallas, largo y posta 4×100, yi subcampeona de salto en alto. Además, pese a que su campaña fue relativamente breve, ya que se retiró a los 22 años de edad, obtuvo 16 títulos nacionales.
Simonetto nació el 1 de febrero de 1926. Vivía en Bernal y comenzó en el atletismo como representante de River, bajo la guía del profesor Camaño. Posteriormente pasó a Independiente. De su época de atleta recordaba que “se hacía todo a puro sacrificio, gracias si nos daban el short y las zapatillas. Tres veces por semana, viajaba de Barracas a Núñez en el colectivo para entrenarme”.
Sobre su actuación olímpica, contó que “La verdad es que yo estaba un poco triste en aquel momento, al ver cómo se me había escapado el triunfo. Pero enseguida llegaron los atletas de nuestro equipo y me abrazaron. No lo podían creer, teníamos una medalla olímpica”. Tres días más tarde, sería la epopeya de Cabrera, Guíñez y Sensini, los tres top 10 del maratón.
Casada con su entrenador, Ramón Portela en el año previo a los Juegos –tuvieron tres hijos- Simonetto se retiró de las competencias luego de los Juegos. Tuvo tres hijos y fue una permanente animadora de nuestra actividad, inclusive como acompañante de damas en numerosas delegaciones a las competencias sudamericanas y Juegos Olímpicos. “Una gran atleta y una mejor persona. Es bueno recordarla por ambas cosas y por su filosofía de vida”, la definió Rubén Aguilera, recordando que siempre Noemí rescataba “vivir el momento y buscar el lado lindo de la vida”. La votación de 50 expertos de la CADA en el 2000 la consagró como “la mejor atleta argentina del siglo XX”.
Uno de sus orgullos era la primera foto que la reunió con Gabriela Sabatini y Jeanette Campbell, luego de que nuestra excepcional tenista lograra su medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Seúl 88. Hasta ese momento, solo Simonetto y Campbell (natación, Berlin 1936) habían logrado medallas olímpicas entre nuestras mujeres. Ya con el nuevo siglo se abrieron las puertas a nuevas conquistas con la judoca Paula Paretto, las Leonas del hóckey, Georgina Bardach en natación y las generaciones jóvenes en tenis y yachting, entre otras.
“A mí lo único que me preocupaba era disfrutar y ser feliz. Lo mío era amateurismo puro. Siempre le agradecí al atletismo por todo lo que me dijo”, dijo Simonetto. Falleció el 20 de febrero de 2011, a los 85 años.
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