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El reciente fallecimiento de Dick Fosbury –aquel espigado estudiante norteamericano que revolucionó la historia del salto en alto con su entonces “peculiar” estilo de tomar la varillas de espaldas y conquistó los Juegos Olimpicos de México- nos devuelve su especialidad a los primeros planos. Tiempo antes de la hazaña de Fosbury, el “dueño” de la especialidad era el soviético Valery Brumel, quien hace seis décadas –el 21 de julio de 1963 en Moscú- fijó el récord del mundo en 2,28 metros, una marca que tendría larga vigencia y que anticipaba su victoria olímpica en Tokio.

            Pero también aquella temporada de 1963 fue una de las óptimas para uno de los más grandes saltarines del historial argentino, el santafesino Eleuterio Juan Fassi.

            Oriundo de Rafaela –al igual que nuestra gran promesa actual del sprint, Tomás Pablo Mondino- Fassi nació el 30 de septiembre de 1936 y representó al Club Velocidad y Resistencia de Santa Fe (posteriormente a Unión e Independiente). Fue, junto a Horacio Martínez del Sel, el máximo exponente del salto en alto de nuestro país desde fines de los 50 hasta bien entrada la década siguiente.

            Fassi había obtenido sus primeros títulos nacionales cuando se disputaban dos Campeonatos anuales, uno organizado por la entonces Federación Atlética Argentina y otra por la recién surgida CADA. Así Fassi fue campeón CADA en Mendoza 1958 con 1.87 y La Plata 1959 con 1.90, ganando también el título de la FAA ese año con 1.90. A principios de 1960, el récord nacional era 1.95, establecido por Oscar Bártoli –luego excelente lanzador de disco- durante el Sudamericano de Chile. Fue en aquella temporada del 60 en la que Fassi se apoderó de la plusmarca con 1.96, la elevó un centímetro poco después y la colocó en 1.98 al ganar otro Campeonato Argentino de la FAA, superando en esa competición de fin de año a Del Sel.

            Poco antes, Fassi había exhibido su clase de competidor internacional al obtener la medalla de plata en el primer Iberoamericano (por entonces denominado “Juegos”) disputado en Santiago de Chile, donde compartió ese puesto con el chileno Eugenio Velasco, ambos en 1.90 m., quedando el título para el favorito guatemalteco Teodoro Palacios Flores con cinco centímetros más.

            En el Sudamericano de 1961, en Lima, se vivió una “gran batalla” del salto en alto con tres hombres sobre 1.95 m. y victoria para Velasco, quedando Fassi como subcampeón y Del Sel, con medalla de bronce.

            El 4 y 5 de noviembre en Gimnasia y Esgrima, en Buenos Aires, se presentó la Selección de Alemania con sus figuras olímpicas para un match con la Argentina. Se recuerda aquellas jornadas especialmente por la sensacional victoria de Juan Carlos Dyrzka en los 400 metros vallas con récord sudamericano de 51.2, superando al visitante Helmut Janz, cuarto de los Juegos de Roma. También el salto en alto aportó lo suyo, ya que Fassi consiguió uno de los triunfos más relevantes de su campaña con 1.95, superando por cinco centímetros al alemán Theo Puil (un hombre que había sido 7° en los Juegos de Roma el año anterior y que tenía un antecedente de 2.06 m., cuando la “barrera” de los 2 metros todavía impresionaba a saltadores de toda clase).

            Horacio Martínez del Sel, atleta de GEBA y que compensaba su estatura (1.75m) con su depurada técnica, fue tercero en aquel match con 1.90 m. Pero apenas una semana más tarde, en el mismo escenario, iba a producir un notable impacto: se convirtió en el primer argentino en la historia en superar los 2 m. (pasó la varilla a 2.01 durante el torneo Pablo Seeger). Esta marca también representó el récord sudamericano, mejorando los 2.00 m. que el brasileño –y bronce olímpico de Helsinki- José Telles da Conceicao había fijado en 1954, antes de especializarse como velocista.

            Durante la temporada de 1962, Martínez del Sel y Fassi integraron la Selección Argentina que concurrió al Iberoamericano de Madrid (allí quedaron 5° y 9° respectivamente) y luego realizaron la gira por España-Portugal, sumando nuevas experiencias internacionales.

            Fassi recuperó su brilló al año siguiente, cuando recuperó el récord nacional (2.02 el 23 de abril en Buenos Aires y 2.03 el 11 de agosto en Rosario). Aquel  nivel le permitió asistir a los Juegos Panamericanos de Sao Paulo, donde quedó  5° con 1.95 m., la misma marca que el peruano Roberto Abugattas, poseedor del récord sudamericano con 2.06 m. desde el año anterior y que iba a ser su gran rival a lo largo de esa década. Las medallas en esos Juegos eran casi inaccesibles, ganó el estadounidense Gene Johnson con 2.11, delante del ya mencionado Palacios Flores (2.04), y bronce para Anton Norris, de Barbados, con 2.04. En el cuarto puesto figuró otro estadounidense, y más famoso por su reinado en el salto en largo, Ralph Boston, quien también pasó los 2.04 m.

            Dos meses más tarde en Cali, Abugattas y Fassi protagonizaron uno de aquellos duelos memorables por el Campeonato Sudamericano. El triunfo fue para el peruano con 1.97, tres centímetros más que el argentino.

            Fassi volvió a elevar el récord nacional al año siguiente, el 3 de mayo en el Estadio Nacional de Santiago de Chile durante el match entre el seleccionado local y la Argentina. Consiguió 2.04 m., que sería la mejor marca de su vida y que recién podría superar –como récord argentino- el rosarino Roberto Pozzi con un centímetro más en 1968. Aquella tarde, Fassi también intentó los 2.08, aunque no fueron posibles.

            La definitiva coronación de Fassi se produjo en el Campeonato Sudamericano de 1965, en el estadio Celio do Barros, en Rio de Janeiro. Y fue otro intenso duelo con Abugattas, que el periodista Jorge Ventura describió así en A sus marcas:

            Había dudas previas, por Abugattas con un dolor en el talón y Fassi engripado. Pero volvió a darse un duelo emocionante (…) Amplio, hermoso, el saltómetro estaba frente al palco oficial y el espectáculo fue estético. Ambos con un estilo depurado, con subida lenta. Pero Fassi ascendía mejor, más seguro en el pique, completando su pasaje con un mejor trabajo de varilla. El 1.91 lo pasó de segundo intento y Abugattas con dificultades en el tercero. A pesar de que había impresionado hasta arrancar aplausos solidarios cuando superó 1.85 y 1.88 con los pantalones de buzo  puesto. Tres centímetros más arriba, Fassi rozó pero no volteó. Abuattattas tuvo dificultades, pasando en el segundo intento. En 1.97 pareció definirse. Los dos fallaron de primera, pero Fassi pasó de segunda con claridad. Abugattas lo dio todo en la tercera. El listón quedó temblando y las 4 mil personas lo ovacionaron. La opinión técnica es que si alguno podía pasar la barrera de los 2 metros, era Fassi. Casi lo logra. En la última tentativa escaló esa altura, pero ya estaba fatigado. Triunfador, había sido el mejor”.

            Fassi se coronó con 1.97, la misma marca que el peruano, quien para esa época había elevado su récord sudamericano a 2.08 (su hermano Fernando sería su heredero, años después).

            Fassi sumó nuevos títulos nacionales en Jujuy 1963 y Buenos Aires 1966, en ambas oportunidades con 2.00 m., totalizando así seis conquistas en nuestro máximo evento.

            Ya con 31 años, volvió a clasificar para los Juegos Panamericanos y asistió a Winnipeg en 1967, donde terminó 8° con 1.95, dos puestos por detrás de Pozzi, quien ya se afirmaba sobre los 2 metros. El campeón fue estadounidense Ed Carruthers con 2.19, el mismo que al año siguiente iba a convertirse en el gran rival de Fosbury en la cita olímpica de México. Su compatriota Otis Burrell quedó subcampeón con 2.16 y el bronce –histórico para el atletismo de su país- quedó para Roberto Abugatttas con 2.05.

            El Campeonato Sudamericano, tres meses más tarde en la pista del Parque Chacabuco en Buenos Aires, fue escenario de otro duelo argentino-peruano, pero  incorporando otros protagonistas. Aunque la prueba estaba prevista para la jornada inaugural del 7 de octubre, debió postergarse casi una semana por la lluvia. Tres hombres consiguieron atravesar 1.95 para repartirse las medallas, sorpresivamente para el juvenil peruano Oscar Canqui, con Roberto Abugattas como subcampeón y Pozzi como tercero. Tres centímetros más arriba, Pozzi fue quien estuvo más cerca, pero no lo concretó. Otro hombre de la nueva generación argentina, José Ernesto Dalmastro –luego radicado en Miami- fue cuarto con 1.90 m., la misma marca que Fassi para su quinto puesto y su despedida de estos eventos.

            Una semana más tarde, en un torneo internacional en Santiago de Chile, Fassi pasó la varilla a 1.95 m. en el sexto lugar de un evento ganado por el alemán Günther Spielvogel (2.05m), otro que estaría en la final olímpica “Fosbury Days” de México, en 1968.

            Fassi se radicó luego en Santiago de Chile ya que estudiaba Educación Física en la Universidad de la capital trasandina. Y con apenas 32 años, a principios del 69, falleció sorpresivamente la sufrir una neumonía. Escribió allí Raúl Zabala:

            “Eleuterio, tú que tantos caminos has tenido que recorrer para encontrarte contigo mismo, tú que tantas horas dedicaste a la búsqueda de la verdad de la existencia, a la raíz de las cosas, al porqué del bien y el mal… no podías, no debías dejarnos a la altura justa de tu madurez intelectual. Habías llegado al momento preciso donde el hombre vuelve hacia los demás, en forma generosa, todo su caudal de experiencia y conocimientos. Los que logramos penetrar en la muralla de tu íntima amistad, sabíamos de ese cambio, de ese tan anhelado estado de plenitud”.