Fuente: Diario Clarín / Zonales
Son novedades agridulces, Daiana Ocampo estuvo en boca de todos los vecinos de Pilar en los últimos dos años. Su propio protocolo para entrenar en calles rurales de Zelaya durante la cuarentena estricta multiplicó su imagen en las redes sociales de la zona Norte del Conurbano. La corredora enorgulleció a todos por su esfuerzo, y un año después del aislamiento salió campeona argentina de maratón, aunque no logró clasificar a los Juegos Olímpicos de Tokio.
Una vez más, la pilarense Daiana Ocampo demostró que está en lo más alto del atletismo internacional. El domingo 10 de octubre finalizó en el puesto 13 de la prestigiosa carrera estadounidense con un tiempo de 2:34:46. La prueba fue ganada por la keniata Ruth Chepngetich, con un tiempo de 2:22:31.
«Otros 42 kilómetros bajo los pies, esta vez una majors -dijo Daiana tras la carrera-. Hay oportunidades en la vida que no podemos dejar y esta fue una de ellas».
«Vine por mi mejor marca, hasta la primera mitad lo llevé pero después se fue cayendo. Las condiciones no fueron las mejores pero el aliento de las miles de personas me levantó cuando lo necesité, los kilómetros acumulados iban machacando el cuerpo pero siempre positiva pensando en representar a mi país de la mejor manera», contó la corredora.
Esta vez, Daiana había realizado su preparación en Salta para llegar en las mejores condiciones a uno de los maratones más importantes del mundo, que en 2020 no pudo realizarse por la pandemia.
En la llamada «Ciudad del Viento», Daiana logró batir el récord nacional de 25 kilómetros. Así, Daiana no pierde de vista su sueño máximo de llegar a los próximos Juegos Olímpicos: ya tiene en la mira a París 2024.
La historia de Daiana se volvió viral en Internet en pleno aislamiento estricto, a mediados de 2020. Ya se había acostumbrado a correr en la cinta de su casa cuando obtuvo un permiso del Municipio de Pilar para salir a correr en las calles agrestes y rurales de Zelaya.
Fue una de las primeras atletas en lograrlo, después de haber enviado una carta a la intendencia. Con el respaldo del Comité Olímpico, presentó un mapa con el recorrido marcado. «Vivo en una zona campestre, con tramos largos, donde sólo me cruzo con autos», había explicado.
Daiana Ocampo se adelantó así al resto de los deportistas que, en mayo de 2020, regresaban de a poco al CENARD. «Tenía el pulso por los aires. Me daba miedo que la gente malinterpretara y me dijera algo. Recibí miradas lapidarias desde los autos, pero eso no me detuvo. Al día siguiente, salí relajada», dijo la fondista.
Antes de la pandemia, Daiana había estado entrenándose en su segunda casa: Cachi (Salta), un pueblo donde suele realizar su «concentración» para practicar sobre caminos de montaña, a 2.500 sobre el nivel del mar.
Mientras sus piernas se deslizaron en el mismo lugar durante sesiones de una hora y media, el tablero de la máquina llegó a marcar los 130 kilómetros recorridos en una semana.
En casa. Daiana Ocampo entrenó sobre la cinta fija y llegó a correr 27 kilómetros en una sesión de dos horas.
«Me tuve que preparar mentalmente. Correr en la cinta por tanto tiempo me fortaleció la cabeza. Le veo el lado positivo. Varias veces aproveché para ver una película o escuchar música», aseguró Daiana.
Daiana corre los siete días de la semana y dedica tres jornadas a ejercitar el tren superior, lo que le permite afianzar su postura. «Me las tuve que ingeniar. Me faltaba una barra para ponerle peso así que usé un hierro que había en mi casa. El que quiere puede«, dice sobre su etapa más difícil de superar: el encierro. Ahora tiene una nueva meta en el horizonte: participar de cuanta competencia le otorgue puntaje para llegar a la próxima cita olímpica. El logro en Chicago fue un impulso adelante.
La entrada Daiana Ocampo y la experiencia en Chicago se publicó primero en CADA.