Seleccionar página

A los 82 años –había nacido el 7 de octubre de 1941- acaba de fallecer una de las más notables atletas argentinas de la década de 60 y, además, una de las mejores saltarinas de largo de nuestra historia: fue la primera mujer en atravesar la barrera de los 6 metros. Mabel Evelina Farina, oriunda de La Plata, jerarquizó las competencias nacionales, alcanzó su máximo lauro internacional con el Ibero del 62 en Madrid y representó al país en los Juegos Olímpicos de Tokio en 1964, tanto en la faz individual –salto en largo- como en el relevo 4×100 que estableció el récord sudamericano.

La Plata fue una cantera de excelentes atletas en aquellos tiempos, incluyendo a una de las habituales compañeras de Mabel –Margarita Formeiro, campeona en velocidad, ambas representaban a Gimnasia y Esgrima de esa ciudad- y posteriormente Andrés “Pelusa” Calonje, ese formidable sprinter que también hizo época.

Con 19 años, Farina logró sus primeros títulos nacionales en Buenos Aires (1960) con 12.6 en los 100 metros y posta 4×100, quedando segunda en los 20 y  salto en largo. Esta sería su gran especialidad, que dominó en los planos nacionales y sudamericanos con otra excelente atleta como Alicia Kaufmanas, procedente de Santa Fe y que prolongaría su campaña hasta los Juegos de México.

En los Nacionales del 61 en Bahía Blanca, Farina fue subcampeona de largo –detrás de Graciela Paviotti- y de 100 metros, donde se impuso Marta Buongiorno. Al año siguiente, en la pista de GEBA quedó tercera en largo con 5.36 (allí se impuso Kaufmanas con 5.53) y también tercera con la posta.

Pero esa temporada de 1962 marcó su despegue internacional, en tiempos donde nuestros atletas de elite tenían escasas oportunidades de competencia y viajes. Su consagración llegó en el Estadio Vallehermoso de Madrid, en la segunda edición de los Iberoamericanos, donde la Argentina tenía un gran equipo liderado por aquella generación de los Suárez, Dyrzka, Amaison y otros históricos. Farina conquistó el salto en largo con 5.58 metros, tres centímetros por delante de su compañera Graciela Paviotti, quedando la medalla de bronce para la venezolana Gisela Vidal con 5.40. Paviotti lideraba la prueba con sus 5.55 del segundo intento, pero Farina llegó a 5.57 en el quinto y definió con los 5.58 en el sexto.

El equipo argentino prolongó su gira con una serie de matches ante España, Chile y Portugal, y así Farina volvió a ganar en el Montjuic de Barcelona con 5.48, fue segunda en La Coruña con 5.24 y logró un nuevo triunfo en Lisboa con 5.48.

En esa temporada sus mejores marcas fueron 12.4 en los 100 llanos y 5.62 en largo.

En 1963, durante el Campeonato Sudamericano en Cali, Farina recuperó para la Argentina el título del salto en largo que ya había ostentado en tres oportunidades con la subcampeona olímpica Noemí Simonetto y en otras dos con Gladys Erbetta, en la década anterior. Fue en el estadio Pascual Guerrero, donde alcanzó los 5.74 metros, siendo escoltada por la brasileña Iris Goncalves con 5.37 y  Vidal con 5.31.

En el Campeonato Nacional de ese año, disputado en el campo del Regimiento de Infantería de Montaña N° 20 de Jujuy, la prueba femenina del salto en largo fue la mejor del evento. “La fuerza de Kaufmanas y el estilo de Farina demostraron que pronto tendremos una saltadora sobre los 6 metros”, escribió el periodista Jorge Ventura en A sus marcas.  La santafesina Alicia Kaufmanas se apoderó del récord sudamericano con 5.94 m. –el anterior era de Gladys Erbetta, también santafesina, con 5.88 desde 1956- quedando Farina con 5.82 que representaba su mejor producción personal hasta ese momento.

La temporada olímpica del 64 se abrió con optimismo para nuestro sector femenino. El 29 de marzo en Buenos Aires, Farina llevó el récord sudamericano a 5.97 m. con una srie magnífica: 5.71, 5.63, 5.69, 5.89, 5.97 y 5.90. Una semana más tarde (4 de abril) y en el  mismo escenario de Gimnasia y Esgrima, Kaumanas igualó dicho récord, consiguiendo los 5.97 en su segundo intento.

La nueva cita fue el 12 de abril, también en GEBA durante el torneo Otoño. Allí Farina produjo la serie de su vida: 5.75 y 5.90 en los dos primeros intentos. Y un histórico salto de 6.11 en el tercero, para seguir con 5.80, 6.15 y cerrar con 6.17. Es decir, no solo se convirtió en la primera atleta sudamericana en superar los 6 metros, sino que batió el récord tres veces en el mismo concurso.

            Era una marca que la posicionaba cerca del top 10 mundial y que iba a permanecer por largo tiempo como récord argentino (recién fue superado por otra platense, Araceli Bruschini, con 6.22 el 7 de noviembre de 1981 en el Sudamericano de La Paz, Bolivia). Y todavía hoy, los 6.17 de Farina permanecen entre las ocho mejores marcas del  historial argentino del salto en largo. El récord sudamericano fue mejorado por la ya citada Gisela Vidal con 6.20 durante los Panamericanos de Winnipeg, en 1967

            Farina se ganó su lugar en el equipo olímpico, tanto para su especialidad como para el relevo, que trabajó a lo largo de la temporada. En los Juegos Trasandinos en Santiago de Chile, el 3 de mayo, la posta corta argentina había llevado el récord sudamericano a 46.9 manuales, formando con Formeiro, Farina, Emilia Dyrzka y Kaufmanas. Las lesiones de “Mily” Dyrzka no le permitieron estar con continuidad en la formación, y su puesto en la carrera olímpica fue para la ascendente velocista de esa generación, Susana Isabel Ritchie.

En el match con el equipo chileno, Dyrzka también se había lucido con su plusmarca sudamericana de 80 metros con vallas (11.2) y Farina se quedó sin marca en salto en largo, donde Kaufmanas ganó con 5.97. Días después, en Concepción, la vencedora fue nuevamente la santafesina con 5.48, seis centímetros más que la platense.

Las pruebas evaluativas para Tokio, durante el invierno porteño (agosto), no fueron de tanto nivel en largo (Farina hizo 5.58 al ganar el torneo internacional Pierre de Coubertin), pero tanto ella como Kaufmanas ya habían cumplido la marca mínima de 6.00 que se exigiría para asistir a los Juegos. Y también estaban incluidas en el relevo corto, que se veía favorecido por un avance de esa generación: el 16 de agosto, por primera vez en nuestro medio, bajaban los 12 segundos en 100 metros y Susana Ritchie estableció el récord sudamericano con 11.8, Kaufmanas fue segunda con 11.9, el mismo tiempo que Formeiro.

Así Formeiro, Ritchie, Farina y Kaufmanas integraron la 4×100 en los Juegos Olímpicos de Tokio, una experiencia inolvidable para todas ellas y donde, en la ceremonia inaugural, la delegación argentina tuvo como abanderada a otra dama: Jeanette Campbell de Peper, la subcampeona olímpica de natación de Berlin 36, la primera mujer argentina en un podio de los Juegos.

La posta argentina marcó 46.76 electrónicos para el quinto puesto en su serie de Tokio, que también significó récord sudamericano, aunque no les permitió avanzar a la ronda decisiva. Fue una serie ganada por el poderoso team USA (Wyillie White, la campeona individual Wyoma Tyyus, Marill White y Edith McGuire) mientras que en la prueba decisiva, con los tres primeros batiendo el récord mundial, el oro fue para Polonia, delante de las norteamericanas y británicas.

En la competencia individual de largo, en una de las tantas jornadas de lluvia que ofreció el atletismo de Tokio 64, Farina marcó 5.55 en la fase clasificatoria, en la que también participó Kaufmanas con 5.29.

Esa competencia de largo también tuvo sus momentos históricos. Ya en la clasificación, pese al clima, la británica Mary Rand había establecido la marca olímpica de 6.52 y en la final alcanzó un récord mundial de 6.76. La medalla de plata fue para una de las más grandes atletas de todos los tiempos –sobre todo en 200 y 400 metros- la polaca Irene Kirszestein/Szewinska con 6.60 y el bronce para la soviética Tatiana Schelkanova (hasta entonces máxima favorita) con 6.42, quedando cuarta la alemana Ingrid Becker con 6.40. Mary Rand, la “golden girl” del equipo británico, fue una de de las estrellas en Tokio, donde también logró la medalla de plata del pentathlon y el bronce del relevo. A su retorno la concedieron la Orden del Imperio Británico y compartió las luces de los programas de TV con las nuevas estrellas de la época: Beatles y Rolling Stones.

Mabel Farina había cumplido cumplió su sueño de la participación olímpica y aún siguió compitiendo en la temporada siguiente. Durante el Pierre de Coubertin quedó segunda en salto en largo con 5.15m., prueba ganada por la multicampeona brasileña Aida dos Santos con 5.20 m. Y en los Campeonatos Nacionales en San Juan, Farina se quedó con el título de salto en alto (1.40), una medalla de bronce con el relevo y otra en salto en largo (5.29 m),  donde la vencedora fue Kaufmanas con 5.69).

En 1989 recibió el premio Pierre de Coubertin en Mar del Plata y décadas después, su propio club, Gimnasia y Esgrima de La Plata, la homenajeó junto a las mujeres destacadas del historial de la institución.

El atletismo argentino, al que tanto le aportó y dejó tan gratos recuerdos, le da ahora su sentido adiós.

 

Foto: Revista A Sus Marcas, Club Argentino de Atletismo