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Por SERGIO STUART / Diario Olé

Por SERGIO STUART

Veinticuatro años pasaron para que un argentino rompiera el récord de los 100 metros que le pertenecía a Carlos Gats desde el 98 con 10s23Franco Florio le había pegado en el palo con 10s24, pero la metió el 29 de septiembre por el Sudamericano Sub 23 en Brasil, con 10s11. No conforme con ese logro, fue por el último objetivo de esta parte de la temporada y ganó el oro bajo la lluvia en los Odesur hace seis días en Asunción.

Ya de vacaciones, este hijo del viento criollo habló en el Cenard con Olé y les avisó a los cronómetros que va por más…

¿Qué significa haber roto un récord tan representativo para la disciplina?

La verdad es que cuando hice 10s24 y había pasado un par de meses sin jugar al rugby, dije: “Uy, estamos cerca”. Y después me tomé mi tiempo. En medio tuve lesiones en 2021, que me costaron para volver a tener ritmo, y este año tuve muchas competencias. Entonces no había tenido el tiempo para prepararlo bien, pero lo veía como que se podía hacer, como que en algún momento iba a caer. Para mí siempre es lo mismo: tenemos que mejorar, no para hacer el récord argentino, sino para ir a competir mano a mano con los mejores velocistas del mundo. Eso era lo que quería. Es lo mismo para la próxima: correr mejor.

-¿Se puede bajar más?

– Yo creo que hoy se puede. Si el clima no hubiera sido el que fue el otro día en la final de los Odesur… Creo que corrí mejor que en Brasil. ¿Cómo se hace? Mejorando lo que es recuperación, y para eso se necesita invertir. Lo mismo que ir a correr afuera, tener más experiencia porque eso te da más tranquilidad, rodaje y aprendés cosas nuevas. Después, bueno, algo físico, que creo que todavía se puede mejorar porque tengo 22 años. Y algo técnico, porque yo mismo veo las carreras y tanto en la de los 10s11 como el otro día en la final hay cosas que se pueden hacer mejor.

-¿A cuánto podés llegar?

-Una de las decisiones por las que me quedé con el atletismo es que, para mí, yo puedo bajar los 10 segundos. Si no, no hubiera seguido este camino. Después, del dicho al hecho hay un gran trecho, hay que hacerlo. En ese sentido vamos paso a paso. Hoy corrimos en 10s11, es una muy buena marca, pero miramos cómo hacerlo mejor. Intentémoslo y esperemos que salga. Mente positiva, siempre.

No es fácil en Argentina, más allá del apoyo, de las becas…

-Lamentablemente, por cómo están hechos los calendarios, ya estar en Sudamérica te perjudica, porque los calendarios están hechos para el calor de Estados Unidos y Europa. Eso ya es una inversión, porque tenés que estar mucho tiempo viajando. Aunque desde la beca algo te dan, para cubrir todo eso nunca llega a ser suficiente. Además de que afuera están los mejores centros de entrenamiento del mundo, los mejores especialistas, los chiches nuevos… Hasta un ultrasonido que puede salir 50 mil dólares.

¿Tenés metas de correr el Mundial, ir a los Juegos del 2024?

-Si vos lo ves por las marcas y los torneos que vengo metiendo, con 10s11, hasta con 10s20 en cinco torneos, por cómo se vienen dando los últimos mundiales, podés entrar. Este año, para que te des una idea, el velocista con el que competí el otro día y en Brasil, los dos fueron al Mundial y son semifinalistas del mundo. Y el que me ganó en Brasil por dos centésimas fue 14° del mundo. Entonces, se puede entrar, yo creo que tenemos las capacidades; obviamente después hay que terminar haciendo las cosas, y un poco lo que yo estaba pensando cuando terminó esto es que quedan dos años para los Juegos. Todavía hay que tranquilizarse un poco, porque la clasificación se empieza a jugar un año antes, y si vos llegás desesperado queriendo más, sin ser consciente de lo que tenés que laburar para eso, te perdés. Entonces hay que concentrarse en el próximo torneo, hacerlo mejor; eso nos va a meter en todo lo demás. En el día a día es donde se va ganando.

¿Trabajás la cabeza?

-En nuestro deporte es fundamental, porque llega ese momento y pasa en todos los mundiales o todos los Juegos Olímpicos, velocistas que tienen ciertas marcas, les llega ese momento y no rinden como tienen que rendir. Y no creo que sea por falta de talento o falta de entrenamiento o por el estado físico, es porque el movimiento lo tenés que hacer bien, con una concentración extrema. Casi al límite de que si te sale bien, buenísimo; y si te sale mal, tiraste cuatro meses o más tiempo, cuatro años si es un Juego Olímpico, a la basura. Como te levantes ese día te va a definir cómo te va y cómo fue tu carrera, básicamente. Es un poco duro cuando lo ves así y más sabiendo que en 100 metros vos partiste un poquito lento de reacción y ya básicamente perdiste la carrera. Entonces, es como que siempre va a haber presión, cada vez que voy a un torneo la tengo.

¿Cómo la manejas?

-La presión la empiezo a soltar cuando va llegando el torneo. Después, cuando falta una hora para competir vuelve todo, pero siempre voy pensando más en la adrenalina. Y más en las finales, decir “si no salgo bien de los tacos, me voy a mi casa”. Y es que se define por nada, es una centésima y es precisión absolutas. Lo primero que hago siempre es aceptar la presión.

-¡Sos el más rápido del país! ¿Cómo se lleva dejar de volar bajo el radar?

-En ese sentido, de chiquito siempre me paso que, bueno, hay rivales a los que les he ganado un torneo importante y después en otro torneo me han ganado ellos. Y esa sucesión de no ganar siempre te hace acostumbrarte a que este deporte es así, y lo tenés que aceptar. Entonces, si un día viene alguien y me gana, perfecto, le doy la mano y el próximo torneo lo quiero hacer mejor y le quiero ganar, pero nada más. Un Usain Bolt, que ganaba siempre, es una leyenda…

-Nombraste a Usain Bolt y gracias a él vos estás corriendo. ¿Cómo es eso?

-Parece un cliché, pero yo no había tenido nunca atletismo en el colegio. Mi hermana (Natalia) es periodista y me hacía ver todos los deportes en Río 2016, y encima a mí me gustaba porque me explicaba. Estaba viendo los 100 metros (con Bolt) y me llamaba la atención, el correr, ganar. Nunca había visto una carrera acá de velocidad, no pensabas en atletismo de Argentina. Mi hermana ahí me vio interesado y encontró un contacto que conocía ella, que a su vez conocía a Javier Morillas, mi actual entrenador, y me fui a probar con él. Fui un miércoles, con la camiseta de Los Pumas porque después me iba a entrenar.

¿Con la de Los Pumas?

-Sí, quizá algún prejuicio, al verme rugbier, había. Me acuerdo que Javi me hizo trotar dos vueltas, elongar un montón y yo estaba como “bueno, ¿y cuándo corremos?”. Me tomó el tiempo y no sabía si lo había tomado bien. Entonces lo llama a Mati Robledo, campeón nacional en ese momento, y también me tomó. Vio que más o menos tenía condiciones y dijo: “Bueno, podés empezar”. Y ahí empezó toda la historia.

Vos venís del mundo del rugby, jugaste en la Selección de seven, contra los All Blacks… ¿Por qué dejaste?

-Yo siempre hice rugby. Cuando yo hacía atletismo y rugby, la preparación física era de rugby, porque obviamente te ibas a lesionar porque jugabas contra monstruos. Mismo en el seleccionado, eran todos mayores, de 27 y 28 años, y yo con 18 iba a golpearme contra ellos. En ese sentido, el traspaso tuvo mucho que ver con la pandemia, porque Santi Gómez Cora (DT de Los Pumas 7’s), con la postergación de Tokio 2020 a 2021, me dijo que me quería más para el recambio. Entonces era algo lógico que las concentraciones de seven te desgastan mucho y te quitaba tiempo para estar en el club (NdeR: surgió en Belgrano), y además que yo hacía atletismo. Eso Santi lo sabía, yo cuando me iba a algún torneo o un Sudamericano Sub 20 le pedía permiso, me lo daban y lo podía seguir haciendo, pero te desgastaba mucho. Lamentablemente el club no volvió hasta 2021, entonces pasó un año y cinco meses sin jugar por la pandemia y lo único que había en 2020 era el Nacional de mayores.

-Y metiste un buen tiempo en los 100 metros…

-Hicimos 10s24 y ahí dije “me quedó un poquito más”, porque yo había corrido en 10s51 haciendo rugby y al pasar un par de meses y correr en 10s24 es como “quedate que tan mal no nos va”, y me gustaba. Creo que la misma pregunta que en ese momento me hice es un poco la que me hago hoy: “¿Qué tan rápido podemos correr?”. Y no quería tener 40 años y seguir haciéndome esa pregunta que no vas a poder responder nunca. Por eso decidí quedarme y ver hasta dónde puedo llegar. Igual, la puerta del rugby no la cierro nunca, porque jugué desde los 5 años hasta los 20. Si no extraño, no sé qué hice 15 años…